La sal de la vida
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Para hacer un queso sólo es necesario utilizar leche, fermentos lácticos, cuajo y sal. El resultado depende, como es lógico, de la calidad de los ingredientes utilizados.
Nosotros hemos elegido sal virgen ecológica natural para salar nuestros quesos. Si nuestro queso es artesano, no tiene sentido añadirle luego una sal industrial. Nos gustan las sales con estos apellidos. Natural y virgen indican que es una sal procedente de la evaporación natural del agua del mar, lavada sólo con el mismo agua que la produce. Los certificados ecológicos garantizan la pureza la sal, la ausencia absoluta de productos químicos.
Salina San Vicente es productora de sal en el Parque Natural Bahía de Cádiz desde 1771. Obtienen una sal menos salada que la industrial y de más calidad al contener mayor cantidad de micro y oligoelementos (yodo, magnesio, calcio, hierro…). Esto es posible gracias a que mantienen los mismos procesos que los antiguos fenicios y romanos, quienes construyeron esta salina. Esta metodología incluye la cosecha manual y la fabricación artesana.
La sal no ecológica está refinada y adulterada con productos químicos que intensifican el sabor, modifican el color y evitan que se apelmace. A través de esos procesos industriales se pierden todos esos elementos esenciales que sí están presentes en el proceso tradicional.
Así que, efectivamente, cada ingrediente de aquello que consumimos cuenta. Y no se trata sólo de una cuestión de salud, es también una filosofía de vida.