Burrata sin aditivos ni conservantes
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¿Sabes por qué cuando comes nuestra burrata no te sientes pesado ni empachado? Dos son los factores principales: el primero es el proceso de elaboración artesanal, que implica, como ya os contamos aquí, la utilización de fermentos lácticos que actúan sobre la leche durante horas. En ese proceso, entre otras cosas, se elimina hasta el 80% de la lactosa de la mozzarella y se consigue un queso digestivo y saludable. El segundo factor, del que os queremos hablar hoy, es que la nata que utilizamos en Zucca no lleva conservantes ni aditivos, en particular carragenina, aditivo también conocido como E-407.

La carragenina (carragenato o carragenano) es un espesante, estabilizante o gelificante que procede principalmente de la celulosa de las algas rojas, que ayuda a dar mayor consistencia a los productos. Podemos pensar que si procede de un elemento natural como las algas, no puede tener nada de malo. Pero la carragenina provoca inflamación intestinal e incluso lesiones más graves en el intestino, particularmente en el colon. Y también se asocia a úlceras e incluso a tumores malignos.
Se utiliza en mermeladas, productos lácteos como la nata, bebidas de cacao, productos cárnicos como el embutido o el jamón cocido, en postres gelatinosos, helados, sopas, cremas, aderezos para ensalada… y un sinfín de productos procesados. La gran cremosidad de algunas burratas viene proporcionada por este aditivo. Es, sin duda, uno de los espesantes más utilizados en la industria alimentaria, por lo que terminamos ingiriendo una importante dosis de carragenanos en nuestra dieta habitual. Como suele suceder, el problema no es el aditivo en sí, sino la gran cantidad que llegamos a tomar diariamente, dependiendo del número de alimentos procesados presentes en nuestras comidas.
Cuando en Zucca hablamos de calidad, estamos incidiendo en temas como este. ¿Qué nos obliga a consumir productos con aditivos que no suman? Y en todo caso, habría que ser cautos en su ingesta. En Zucca te ayudamos a degustar productos lo más naturales posible. En España, encontrar natas sin carragenato, que además cumplan con el resto de requisitos que queremos que tenga la nata presente en nuestras burratas (sin ningún tipo de conservante ni aditivo, que no hayan sido sometidas a altas temperaturas, UTH o uperisación, etc.), siempre ha sido un reto. Y el resultado de todo este esfuerzo salta a la vista.

Has comprado una estupenda mozzarella en tu tienda de queso o en tu grupo de consumo. Vas a casa tan alegre pensando en la sabrosa ensalada que vas a preparar a tus amigos el fin de semana. Esta mozzarella, piensas, es buena de verdad, no lleva aditivos y está producida artesanalmente con leche de calidad. De repente te das cuenta de que es martes y faltan varios días para el sábado. ¿Se conservará bien? ¿A qué temperatura? ¿Tengo que tirar el líquido que la envuelve? Es un queso fresco y no lleva conservantes, ¿sabrá igual de bien después de varios días?
Una vez en nuestra mesa, la observaremos exteriormente. Debe verse redondeada, con forma de saco, no aplanada. Una de las características que permiten conocer su frescura es la piel. Es muy buena señal que su color sea blanco, no amarillento, que brille y sea tersa y, por supuesto, que no tenga manchas o estrías.
1. Mantenla a temperatura ambiente unos minutos antes de comerla. Es la manera de apreciar al máximo su exquisito sabor
Durante una de nuestras visitas nos cuenta que lleva toda la vida dedicándose a cuidar de las vacas. Su padre las compró cuando tenía cuatro años y nunca ha abandonado el oficio. Aclara que, aunque no puede irse de vacaciones, los animales sí le permiten dedicarse al resto de sus pasiones ¡que no son pocas! baile, natación, idiomas, teatro…
Sus animales se mueven apacibles por los amplios espacios con los que cuentan. Son vacas de raza Pardo Suizo. Ha ido cambiando las frisonas por las pardas, que dan menos leche, pero de más calidad. Y son más resistentes y tranquilas.


